Los cinco remedios más útiles para aliviar la acidez tras una cena copiosa
La acidez estomacal, también llamada ardor de estómago o reflujo, suele aparecer cuando terminamos una comida abundante y notamos una quemazón que sube desde la boca del estómago hacia el pecho. Es una molestia frecuente y, aunque a menudo es puntual, puede repetirse en épocas de celebraciones, comidas largas y cenas tardías.
Detrás de esa sensación hay un mecanismo claro. Parte del contenido ácido del estómago asciende al esófago, un conducto que no está preparado para soportarlo. Cuando la “válvula” que separa ambas zonas, el esfínter esofágico inferior, se relaja más de la cuenta, el reflujo encuentra el camino libre. Por eso hay alimentos y hábitos que actúan como disparadores, y también cambios cotidianos que ayudan a poner freno.
En los últimos días, una farmacéutica divulgadora ha vuelto a condensar las pautas que, según la evidencia y la práctica clínica, suelen marcar la diferencia. No son trucos, sino cinco medidas destinadas a reducir la presión sobre el estómago, evitar la relajación del esfínter y aprovechar la ayuda de la gravedad.
Un plan para controlar el reflujo
El primer paso es detectar los alimentos que “encienden la mecha” en cada persona y reducirlos, sobre todo cuando la acidez se repite. Entre los más habituales están el café y otras bebidas con cafeína, el alcohol, el chocolate, especialmente el elaborado con leche, los fritos y comidas muy grasas, los platos picantes y la menta. No hace falta demonizarlos, pero sí conviene observar si, tras tomarlos, los síntomas de acidez y reflujo gastroesofágico aparecen con más facilidad.
La segunda clave tiene que ver con lo que hacemos después de comer. Tumbarse, incluso “solo un rato”, aumenta la presión sobre el estómago y facilita que el contenido suba. En cambio, mantenerse erguida y dar un paseo suave favorece la digestión y reduce la probabilidad de ardor, sobre todo tras comidas pesadas.
La tercera medida mira directamente al reloj. Para muchas personas, el peor momento llega por la noche: cenan tarde, se acuestan pronto y el reflujo interrumpe el descanso. Esperar al menos dos horas antes de ir a la cama, y si es posible tres, permite que la digestión avance y que el ácido permanezca donde toca. Si la acidez nocturna es recurrente, adelantar la cena suele ser una de las decisiones más eficaces.
El cuarto gesto se aplica en el dormitorio. Elevar la cabecera de la cama con tacos o un soporte estable ayuda a que el torso quede inclinado y a que la gravedad juegue a favor. No es lo mismo añadir almohadas, porque al doblar el cuerpo se puede aumentar la presión en el abdomen. En la misma línea, conviene evitar ropa muy ajustada, cinturones apretados o prendas que compriman la zona abdominal, ya que esa presión extra favorece el reflujo.
Queda un quinto punto que a menudo se pasa por alto: comer despacio y en cantidades moderadas. Un estómago demasiado lleno empuja hacia arriba y aumenta el riesgo de acidez. Masticar bien, hacer pausas y elegir raciones algo más pequeñas reduce esa presión y mejora la digestión.
También ayuda mantener un peso saludable, dejar el tabaco si se fuma y moderar las bebidas con gas. Son factores que pueden agravar el reflujo al aumentar la presión abdominal o irritar el esófago.
Aun así, hay días en los que el ardor aparece. En esos casos, se puede consultar en la farmacia por opciones de alivio rápido para episodios puntuales. Los antiácidos neutralizan parte del ácido, y los alginatos forman una barrera que protege el esófago y dificulta que el contenido gástrico ascienda, lo que puede aliviar en minutos. Conviene revisar posibles interacciones con otros tratamientos y no convertirlos en una solución permanente sin supervisión.
La acidez frecuente no debería normalizarse. Si los síntomas aparecen la mayoría de los días, si no mejoran con cambios de hábitos, o si se acompañan de señales de alarma, como dificultad para tragar, vómitos repetidos, pérdida de peso sin motivo o dolor torácico, lo prudente es consultar con un profesional sanitario para descartar causas que requieran otro enfoque. Controlar el reflujo a tiempo mejora la calidad de vida y protege el esófago a largo plazo.
