La vacuna de la gripe podría frenar también la mortalidad por infecciones bacterianas asociadas a la influenza
La vacuna de la gripe es una inmunización anual crucial para protegerse contra los virus de la influenza, que cambian constantemente, reduciendo el riesgo de enfermedad grave, hospitalización y complicaciones como infecciones bacterianas secundarias, siendo recomendada para grupos de riesgo y la población general, aunque su efectividad varía cada año según las cepas circulantes y los estudios recientes muestran resultados prometedores, como la posible reducción de la gravedad de otras infecciones asociadas.
Cada invierno, la vacunación antigripal vuelve a situarse en el centro de la prevención sanitaria. Su función principal es conocida, reducir casos, limitar complicaciones y aliviar la presión sobre centros de salud y hospitales. Una investigación internacional con participación española añade ahora un matiz relevante, en un modelo experimental con ratones, la inmunización frente a influenza se asoció a una menor mortalidad cuando, además del virus, entraba en juego una infección bacteriana respiratoria.
La conexión entre gripe y neumonía bacteriana es un problema bien descrito en medicina. La infección por influenza puede dañar la barrera respiratoria, alterar la respuesta inmune local y dejar un tejido pulmonar más vulnerable. En ese contexto, bacterias presentes en la vía aérea, o adquiridas en los días posteriores, encuentran condiciones más favorables para desencadenar un cuadro grave. Entre los patógenos implicados destaca el neumococo, Streptococcus pneumoniae, relacionado con neumonías y, en determinados casos, con formas invasivas de especial impacto en personas mayores y en pacientes con factores de riesgo.
En el estudio, los investigadores administraron una dosis de vacuna trivalente inactivada frente a influenza y después analizaron dos escenarios. El primero fue la coinfección simultánea, cuando virus y bacteria coinciden. El segundo fue la superinfección, cuando la bacteria aparece aproximadamente una semana después del episodio viral. En ese diseño, la mortalidad se redujo del 50 por ciento al 15 por ciento en la coinfección, y del 100 por ciento al 50 por ciento en la superinfección.
Un pulmón más protegido, menos inflamación desbordada
Más allá de la supervivencia, el trabajo describe diferencias biológicas en el pulmón. En los animales vacunados se observaron menores cargas virales y bacterianas y una respuesta inflamatoria más contenida. Uno de los hallazgos destacados fue la preservación de los macrófagos alveolares, células clave para defender el tejido respiratorio y para eliminar restos celulares que, si se acumulan, agravan el daño. También se reportaron cambios en el patrón de células inflamatorias presentes en el pulmón y en mediadores implicados en la respuesta inmunitaria, en una dirección compatible con menos lesión tisular.
La explicación que se plantea es indirecta y, al mismo tiempo, plausible. La vacuna no actúa como antibiótico y no elimina bacterias por sí misma. Sin embargo, al limitar la replicación del virus y amortiguar parte del deterioro del microambiente pulmonar, puede reducir la ventana de oportunidad para que el neumococo provoque una infección respiratoria más profunda. Si el pulmón llega menos “desordenado” a la fase posterior a la gripe, la bacteria lo tiene más difícil para desencadenar una neumonía grave, y la respuesta del organismo puede ser más eficaz y menos dañina.
Conviene, no obstante, interpretar el resultado con prudencia. Se trata de investigación preclínica en animales, útil para comprender mecanismos y orientar hipótesis, pero insuficiente para trasladar porcentajes de forma directa a humanos. En la práctica real influyen la edad, las enfermedades previas, las cepas circulantes, el momento exacto en que llega la bacteria y la rapidez con la que se accede a una consulta médica. También cuenta el abordaje del tratamiento de la neumonía, incluidas las decisiones sobre antibióticos y el seguimiento de la evolución clínica.
Con estas cautelas, el mensaje preventivo mantiene su fuerza. La vacuna de la gripe reduce el riesgo de enfermedad grave y, si este efecto sobre coinfecciones se confirmara en población, podría contribuir a disminuir parte de los desenlaces más severos del invierno. Además, según indicación clínica, la vacuna del neumococo es otra herramienta preventiva relevante para determinados grupos, y se suma a medidas generales como ventilación adecuada, higiene de manos y evitar el contacto estrecho con personas vulnerables cuando existen síntomas respiratorios.
Para la ciudadanía, el punto práctico no cambia, estar atenta a la evolución. Fiebre alta mantenida, dificultad respiratoria, dolor torácico o un empeoramiento brusco tras una aparente mejoría justifican valoración sin demora, en atención primaria o en urgencias médicas. En ese contexto informativo también aparecen búsquedas sobre recursos asistenciales, desde consulta médica privada hasta clínica privada, hospital privado o seguro de salud, porque la inquietud suele crecer cuando los síntomas se prolongan o se intensifican.
